Lo que vuelve como pesadilla
La primera lectura se arma como un Frankenstein. Es inútil precisar si fue este libro o fue este otro. Pero una consigna exige decidir de manera arbitraria. La primera lectura no es el primer libro, ya que éste se asocia al acto de aprender a leer. Eligiría una novela de Emilio Salgari: El corsario negro, duque de Ventimiglia y la emoción que experimenté muchos años después al pasar por la frontera entre Italia y Francia al descubrir que Ventimiglia era un lugar real. O una de las aventuras de Sandokán cuando la colección Robin Hood nos descubría un mundo exótico y diferente desde aquellas tapas amarillas. Un libro que mi madre me compraba mensualmente a pesar de una economía magra. En la misma colección estaban los libros de Luisa May Alcott, Hombrecitos y Mujercitas, libro que leí con avidez en una época en la que, sin saberlo, quería develar el enigma del mundo femenino. El miedo estaba asociado a la lectura de La cabaña del tío Tom, de Harriet Stowe, una novela ejemplar sobre la esclavitud, a lo que se agregaba que eI libro tenía ilustraciones que hacían que la humillación se volviese una imagen imborrable. Esta enumeración no es todavía el recuerdo de una lectura sino un repaso por impresiones y recuerdos. Pero hay un libro que se recorta en esta biblioteca de la memoria -siempre provisoria- amenazada por el olvido y la atribución errónea: el inefable Corazón, de Edmundo de Amicis. Años más tarde, cuando tuve que prologar ese libro, retornó el sentimiento ambivalente que me producía Corazón y que se concentraba en el personaje del relato: De los Apeninos a los Andes. Un italianito, genovés, que a los trece años viene solo a Buenos Aires a buscar a su madre y el destino lo hunde cada vez más en la desgracia aunque logra salvar a su madre de la muerte. El libro es repugnantemente realista. La historia exacerba las penurias de una inmigración desgarrada por el desarraigo. Es que el libro fue pensado como: Historia de un año escolar escrita por un alumno de tercer grado de una escuela municipal de Italia. Un realismo que al perder sus recursos estéticos y literarios queda reducido al golpe bajo. Pero estas son reflexiones actuales. La lectura de aquellos tiempos todavía me evoca rechazo y fascinación cuando aquel sufrido personaje de Corazón reaparece en mis sueños para convertirlos en una pesadilla.
LUIS GUSMAN – NARRADOR Revista Ñ, Nº 134, Buenos Aires, 22 de Abril 2006.
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